¿Era Adán catalán?
Cuando la Historia se mezcla con la política, las tonterías parecen no tener límite. Recuerden, si no, a Artur Mas rindiendo homenaje a Wifredo el Velloso el 30 de octubre, dos días antes de las elecciones catalanas. El candidato de Convergència y Unió (CiU) a la Presidencia de la Generalitat soltó entonces una de esas perlas que deberían entrar en la antología del disparate automáticamente. "La inexactitud histórica (de lo que se atribuye a ese personaje) no los hace (a los hechos que se le achacan) menos valisosos o menos ciertos; todo lo contrario", dice la declaración solemne de catalanidad que leyó Mas ante el monasterio de Santa María de Ripoll, donde está la tumba de tan ilustre personaje. Soprendentemente, al margen de un breve comentario cachondo en La Vanguardia, por parte de Oriol Ponsatí-Murlà, y de un acertado artículo del historiador Manuel Montero en El País, nos encontramos con que la gloriosa sentencia no ha sido objeto de las carcajadas que se merece y corre el peligro de quedar en el olvido. Hagámosle, pues, justicia.
Dijo Mas, junto a la tumba del padre de Cataluña, que la "inexactitud histórica" de los sucesos que se atribuyen a Wifredo el Velloso -incluido el dibujo de la senyera con su sangre durante la agonía tras ser herido por los musulmanes- "no los hace (a los hechos) menos valiosos o ciertos". Para el candidato de CiU, si algo es falso, no deja de ser cierto. Impresionante lección de lógica. "Mas empezó su campaña comprometiéndose ante notario y la ha terminado comprometiéndose delante de un peludo muerto hace 1.109 años. Ni uno ni otro puede decirse que sean compromisos para tomarlos muy en serio, que digamos. O quizá sí", ironizaba Ponsatí-Murlà al día siguiente. Yo me tomo lo de El Velloso tan en serio como lo del Santiago Matamoros. Son ese tipo de personajes de leyenda a los que se agarran los nacionalismos para dar lustre de veracidad a unos orígenes ficticios. "Como estamos en el año de la Memoria Histórica, Mas y los suyos deben de pensar que vale todo si al pasado se refiere uno, más si es asunto remotísimo", ha apuntado Montero, quien ha advertido de que es una "lástima que lo que atribiuyen a Wifredo el Velloso sea falso en sí mismo".
Cristóbal Colón, vecino de Barcelona
No pensaba hablar de Mas y su debilidad por Wilfredo el Velloso, pero me acordé del episodio hace una semana después de ver, por casualidad, el final de un documental dedicado a Cristóbal Colón en Mundo.Hoy, el programa que dirige y presenta Mirentxu Purroy en ETB-2. El documental se titulaba El código Colón y defendía el origen catalán del descubridor de América. El reportaje daba más importancia a la opinión de aficionados que a la de historiadores solventes, y llegaba al despropósito de presentar sin contrapuntos la conclusión sobre Colón del filólogo e historiador Jordi Bilbeny, quien sostiene que ha habido una conspiración secular españolista para ocultar el origen barcelonés del personaje. Vamos, que España se ha apropiado torticeramente de una gloria de la que era merecedora Cataluña.
Bilbeny afirma, entre otras cosas, que Colón puso el pie en América con 78 años, algo que ningún otro historiador refrenda, y que la expedición de las tres carabelas no partió del puerto de Palos, en Huelva, sino del de Pals, en Gerona. Lo divertido es que este estudioso ha ido más allá en la investigación de esa conspiración españolista por los siglos de los siglos y ha averiguado que hay otro ilustre -éste de las letras- que también ha sido robado a los catalanes. El individuo en cuestión vivió entre los siglos XVI y XVII, se apellidaba originalmente Servent y ha pasado a la Historia oficial -que diría Bilbeny- como Miguel de Cervantes. Es más, este experto mantiene que El Quijote -la obra cumbre de las letras castellanas- fue originalmente escrito en catalán. Ahí queda eso.
Me pregunto cuánto tardará Bilbeny en descubrir que Adán y Eva eran catalanes y que el Paraíso estaba en el Ampurdán, porque seguro que fue así. Cuando lo haga, seguro que Purroy se hace eco jubilosa del hallazgo. Porque hace una semana, ante el despropósito de El código Colón, sentenció en su comentario final que los catalanes tienen su propia versión de los orígenes del Almirante, "guste o no guste a los cortesanos de la oficialidad". Una cosa es la Historia y otra los cuentos sobre Wifredo el Velloso, Santiago Matamoros, el Colón y el Cervantes catalán, el Pueblo Elegido y un País de los Vascos -formado por Navarra, Euskadi y el País Vasco francés- independiente en el pasado. Estos últimos no son más que mitos creados y utilizados por los nacionalismos a su gusto. Y, de verdad, no tienen nada. Un periodista debería saber eso.
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