miércoles, 15 de octubre de 2008

El crash de 2008 (1)

El crash de 2008

En reciente informe del Banco de España medios de pago señala que no más del 3% de las operaciones financieras en nuestro país se abonan en efectivo. La entidad coloca la domiciliación de recibos a la cabeza (46%), seguida por las tarjetas de débito y de crédito (31%), las transferencias (16%) y los cheques (4%), con la salvedad de que en términos de importe, las transferencias destacan con un 76% del total. No obstante, y a pesar de estos datos, la respuesta a la pregunta de si se puede vivir sin tener relación alguna con el banco, no conlleva dudas: Sí, se puede. Nadie puede obligar a un ciudadano a pagar un recibo domiciliándolo en su cuenta, o a cobrar su nómina de la misma manera. En todo caso, lo correcto para reflexionar sobre la “bancarización” de nuestra vida sería preguntar: ¿Se quiere vivir sin dinero en el banco?

Cuándo leemos las noticias sobre las ayudas que van a recibir los bancos, la mayoria de nostros nos llevamos las manos a la cabeza pensando en por qué se lo dan a ellos y no a los ciudadanos. Desgraciadamente, los bancos son necesarios en el mundo en el que vivimos, tanto para el desarrollo del comercio como para el buen funcionamiento de las empresas y consumidores.

Como vemos, estamos ante un mal necesario y aunque escuezan ciertas medidas me temo que algo hay que hacer para que no se hunda el barco en el que estamos, pero veamos que otras medidas puede tener el estado en una crisis como esta, para ello no hay más que retroceder a la anterior crisis, la que sucedio a los atentados contra Las Torres Gemelas.

El 11 de Septiembre de 2001 aceleró la tendencia bajista de los tipos de interés y, al igual que ha pasado hace poco con la quiebra de Lehman Brothers, convenció a las autoridades de la magnitud de la crisis y la necesidad de medidas extraordinarias. Ello provocó no sólo una brusca bajada de los tipos de interés, también un mantenimiento excesivo en el tiempo de una medida que debería haber sido excepcional y temporal. El efecto positivo de estos tipos bajos fue que el dinero fluyó mucho más y se reactivó la economía: más consumo y más gasto y para las haciendas públicas (encantadas con ello) menor pago de intereses. El negativo tuvo dos vertientes: el aumento disparatado de precios de muchos activos (desde las acciones al crudo pasando por la vivienda o el arroz) y la necesidad de muchos bancos de utilizar la ingeniera financiera para aumentar los beneficios -ya que los tipos bajos reducían los diferenciales- y aumentar los volúmenes de sus operaciones especulativas.

Las consecuencias ya las conocemos (resumiendo mucho): muchos particulares, muchas empresas y muchos bancos (y muchos estados, recordemos el enorme déficit norteamericano) se han endeudado en exceso y por efecto de la globalización han contagiado sus problemas a todos.

Esta crisis del crédito ha llevado al extremo contrario: nadie quiere prestar dinero a nadie y da igual si los tipos son altos o bajos. Ese es el gran tema a debate: ¿Cómo salir de la crisis sin financiación de los proyectos, sin un capital para construir una urbanización o una empresa o para contratar a más gente? Si la banca privada se resiste a ello, sólo hay una opción: que el propio estado haga llegar la liquidez a la sociedad.

Es admirable el valor de los USA, y más con sus cifras macro, jugándosela a arreglar esta situación comprometiendo los ingresos de sus ciudadanos durante años pero salvando a determinados bancos, ¿conseguirán que éstos vuelvan a conceder créditos, que los ciudadanos se atrevan a hipotecarse durante decenios, que las empresas apuesten por una reactivación del consumo y creen empleo? Yo dudo mucho que esta sea la manera de hacer llegar dinero a la sociedad.

Muchos analistas hablan de esta crisis ya en pasado pero yo no creo la confianza haya vuelto ni vaya a volver en mucho tiempo con lo que es la pescadilla que se muerde la cola: no se invierte por miedo a las pérdidas y sin inversiones las pérdidas son irremediables. Y para los estados eso supone menos ingresos por IVA y por impuestos indirectos y más gastos de cobertura social… Creo es imprescindible se haga llegar liquidez a la sociedad y sólo se me ocurre un modo: reduciendo drásticamente los impuestos y por lo tanto asumiendo el Reino de España -hasta que le sea devuelto vía más actividad económica- la tarea de endeudarse por sus ciudadanos. Si el dinero se destina a que los hogares dispongamos de más efectivo consumiremos más y/o reduciremos nuestras deudas pero si, siguiendo el ejemplo USA, se destina a comprar los “pufos” de los bancos y cajas de ahorro, sólo se conseguirá que unos pocos “salven el culo”.

Contrariamente a lo que muchos creen los estados -y sus gobiernos- son los primeros beneficiados de los tipos de interés bajos. No hay mayor deudor en el mundo que los USA y desde luego el mayor de España es el Reino de España. De ahí lo estéril de la polémica política PP-PSOE sobre el superávit o no presupuestario ya que debiendo el dinero que debemos, ¿Qué importa que un año las cuentas sean positivas? Si me permitís una expresión muy castiza: ese es el chocolate del loro. Aquí están los datos:

La deuda emitida por el estado español sumaba 303.618 millones de euros el 31 de marzo de este año a la que hay que sumar la de las comunidades autónomas, ayuntamientos, la de RENFE o RTVE (que es deuda respaldada por el estado) etc. A grosso modo podemos decir que cada español debe unos 8.000 euros y que paga unos intereses al año, suponiendo un 5% de tipo medio de esa deuda, de unos 400 euros.

Un euribor a 12 meses más bajo es, pues, algo muy beneficioso para los estados que casi todas las semanas emiten nueva deuda pública.



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