martes, 13 de octubre de 2009

El crash de 2008 (3)

La crisis del socialismo europeo.



Desde hace ya años y antes de la crisis neoliberal producida el año pasaod los partidos socialistas europeos atraviesan una crisis extremadamente profunda. Si dejamos de lado el caso de los países nórdicos, donde, en su conjunto, la tradición socialista es muy particular y la conflictividad social menos aguda, o incluso de los partidos socialdemócratas de los países del Este europeo, demasiado recientes todavía para poder ser juzgados por la Historia y sus vecinos, constatamos, con la excepción de España pero con el mismo camino en caida libre según indican todas las encuestra recientes, que en todos los otros lugares -Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia...- los partidos socialistas se enfrentan a una profunda crisis.


En Francia, la crisis comenzó a principios del año 2000 con el fracaso estrepitoso del experimento de la "izquierda plural". La aplicación de una política de recuperación económica en 1997 había sido seguida a partir de 1999 de una política de adaptación liberal contraria al programa inicial. Simbólicamente, este cambio se encarnó en la célebre frase del entonces líder socialista Lionel Jospin -"no puedo hacer nada"- en el momento en que la empresa multinacional Michelin anunció superbeneficios y, a la vez, dejaba en el paro a miles de trabajadores debido a las deslocalizaciones. Ahí es donde el Partido Socialista Francés perdió al pueblo.

Pero hay algo aún más grave: el Partido Socialista Francés no ha visto venir la crisis de la globalización liberal; ha sido sorprendido y desconcertado por la estrategia de Nicolas Sarkozy, quien ha congregado alrededor de un único gran partido liberal-conservador a gentes de derechas, de extrema derecha, de centro y de la izquierda social-liberal. Por último, el PS es incapaz de cerrar filas en torno a un candidato creíble, puesto que ninguno de los/as aspirantes que pelean por las próximas elecciones presidenciales tiene ni la personalidad, ni la profundidad de visión necesarias para derrotar a Nicolas Sarkozy. Esta situación engendra la apatía de las clases populares, la desorientación de las clases medias y el aumento de la abstención electoral.

En Gran Bretaña, el fracaso del blairismo ha quedado simbolizado por la propia marcha de Tony Blair. La famosa Tercera Vía no ha sido en los hechos más que una adaptación sonriente y biempensante del tatcherismo basado en el desmantelamiento de los servicios públicos y la privatización generalizada. Hoy, el Partido Laborista está en caída libre. Durante su último congreso, Gordon Brown propuso un Welfare State (Estado del bienestar) centrado en un "nuevo modelo económico, social y político" y basado en la "regulación del mercado". Pero en ninguna parte del programa se especificaba cómo financiar este Welfare State y, menos aún, cómo convencer a las clases medias que quieren a la vez más Estado del bienestar y menos impuestos.

Al no estar en el euro, Gran Bretaña tiene sin duda mayor libertad para gestionar una deuda pública del 80% y un déficit presupuestario del 12,4%; pero el desempleo (3 millones de personas) aumentará y no vemos cómo podríamos contenerlo sin incentivos fiscales, y, por tanto, sin un endeudamiento creciente.

En Italia, la descomposición de la izquierda socialista se ha producido bajo la forma de un agujero negro que se la ha tragado. La alianza en el seno del PD de los ex comunistas y de una parte de la Democracia Cristiana ha llevado a dos desenlaces fatales: de un lado, a la desa-parición del socialismo político e ideológico del terreno político italiano; del otro, a la apertura desde hace casi 10 años de una amplia avenida electoral para el populismo reaccionario de Silvio Berlusconi. La crisis actual del berlusconismo, en lugar de beneficiar a la izquierda, pone sobre todo en evidencia su impotencia.

En Alemania, el SPD está en crisis desde que Oskar Lafontaine se negó a apoyar en el año 2000 la orientación liberal que preconizaba Gerhard Schröder. El SPD acabó perdiendo las elecciones y aceptando un Gobierno de coalición con la CDU. Acostumbrado a establecer alianzas con la derecha, no ha sabido esta vez sacarle provecho porque ha demostrado ser incapaz de ofrecer un discurso propio y creíble sobre la crisis económica. El caso es que, de momento, es el partido socialista europeo que mayores pérdidas ha sufrido. Además de su división por la creación en la izquierda de Die Linke, ha perdido 10 millones de votos desde 1998, en beneficio tanto de Die Linke como de los Verdes, los Liberales y la CDU.

El SPD alemán comparte hoy con el PS francés la misma crisis de liderazgo, y la elección reciente de Sigmar Gabriel, con fama de centrista sin color ideológico, está lejos de concitar unanimidad.

Este breve resumen permite despejar algunas tendencias de fondo.

En primer lugar, los partidos socialistas occidentales aceptaron en los años noventa adaptarse a la globalización liberal (bautizada como tercera vía o cultura de gobierno) no sólo sin ofrecer un proyecto alternativo a su electorado central (clases medias y clases populares), sino también sin sacar todas las consecuencias ideológicas de esta elección.

Con ello, han ganado sin duda en eficacia gubernativa, pero han mutilado gravemente su propia identidad. De ahí la paradoja actual: son arrastrados por la crisis del liberalismo mientras que la derecha liberal no duda en aplicar las recetas tradicionales del Welfare State para hacer frente al temporal. Dicho de otra manera, la derecha se muestra más pragmática que la izquierda, la cual, después de haber perdido su identidad socialista, ha creído plenamente en las virtudes del social-liberalismo.

En segundo lugar, en todas partes de Europa occidental, los partidos socialistas no saben cómo reaccionar ante la tendencia a la "derechización" de la sociedad, que es el resultado de la inestabilidad creada por la desregularización económica y social de estos últimos años y que se encarna en una fuerte demanda de seguridad (social, económica e identitaria), y en una vuelta a los nacionalismos. Estas dos tendencias de fondo, que podemos observar en todas partes, expresan en realidad una grave crisis de identidad de la socialdemocracia: ya no tiene ningún proyecto específico. Así que la victoria del liberalismo en estos últimos 15 años no sólo ha sido económica; ha sido también y, sobre todo, ideológica y cultural.

La izquierda ya no tiene ni conceptos, ni métodos, ni visión para entender el mundo y actuar. Tiene cada vez más dificultades para diferenciarse cualitativamente de la derecha. Además, esta falta de proyecto no puede ser enmascarada por una retórica de defensa de los "valores". Porque si la izquierda sigue creyendo en sus "valores" (de solidaridad, igualdad, libertad y tolerancia), también sabemos desde hace mucho tiempo que los invoca tanto más fácilmente en la oposición cuanto que, a menudo, se olvida de ellos cuando está en el gobierno.

Los partidos socialistas están enfrentados de este modo a un dilema trágico: o se inventan un nuevo programa o perecerán lentamente. ¿Qué hacer ante la crisis de la mundialización liberal? ¿Qué hacer ante el rechazo del que es objeto la Europa liberal? ¿Qué hacer ante el escepticismo y el alejamiento de las clases populares y medias? El proyecto de un nuevo Welfare State europeo, más necesario que nunca, depende de las respuestas que los partidos socialistas sean capaces de dar a estas preguntas.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Six feet Under (2001-2005)


Six feet Under (2001-2005)
Una leción de vida con la muerte como telón de fondo.





Cinco temporadas. Sesenta y tres episodios. El mejor final hasta la fecha de la historia de la televisión.





Que "Six Feet Under" (A dos metros bajo tierra, en España) junto con Los Soprano son las mejores series de la televisión de todos los tiempos no lo duda ningún critico. Sólo el final mas brillante jamás imaginado (dijo la revista Time) anunciaba que la época dorada de la HBO llegaba a su final (Soprano, SFU, The wire eran sus patas negras) una época de los que muchos han dicho que nunca volverá.

Six feet under empieza cada episodio con una muerte. ¿Cómo se puede morir? Un resbalón en la ducha, un infarto, muerte súbita, te ataca un puma, te atropellan, haces una a lo David Carradine… El drama de la muerte se convierte en un paso más, en lo mundano, en el día a día.

La maestría con la que este escabroso tema principal es llevado a la pantalla es envidiable: dramática las muchas y realmente cómica las tantas otras, la ironía y humor negro que rebosa el guión es una de las grandes bazas de esta serie.


'A veces hay aromas tan intensos que parecen sabores. A veces hay amigos que cuentan tan bien un viaje que más tarde, años después, creemos haber estado allí, en ese sitio que nunca hemos pisado. Y también a veces (muy poquitas) hay programas de televisión tan palpables que parecen literatura, que se asemejan al puro y duro texto fatal leído por la noche, con esa hipnosis babeante que te dejan las grandes obras de papel.' El País



"SIX FEET UNDER no es una simple serie de TV. Es una obra de arte, y en el futuro se le catalogará como tal.

SIX FEET UNDER es uno de los mayores espectáculos audiovisuales de la historia, y así será recordada por los que hemos tenido la inmensa suerte de contemplarlo.

SIX FEET UNDER tiene un plantel de actores espectacular, con unas actuaciones increíbles, sinceras, sentidas, grandiosas.

SIX FEET UNDER tiene una banda sonora a la altura de las circunstancias, y muy, muy emocionante.

SIX FEET UNDER es sentimientos en estado puro, sinceros, abrasadores, desoladores, de una sensibilidad única, inolvidable.

SIX FEET UNDER hace que crea un poco más en el ser humano, en su capacidad innata para crear belleza, para amar, para hacerse amar, para hacer de este un mundo un poco mejor.

SIX FEET UNDER recoge el espíritu crítico de American beauty, y manda a tomar viento la hipocresía y falsedad de las sociedades occidentales"


"SIX FEET UNDER está llena de vida, de personajes en constante evolución, de gente que viene y va, que nos muestra el tremendo rastro vital que dejan las personas en nuestro subconsciente"

"SIX FEET UNDER tiene algunos de los momentos más emotivos y arrolladores de la historia de la televisión y el cine mundial, y los 3 capítulos finales son de una belleza tan lírica y abrumadora que justifican por si solas el mero hecho de mirar la serie"


Sublime hasta lo inexpresable. Emotiva hasta grados incuantificable, única e irrepetible.

Y atención a los cinco últimos minutos del último episodio de la serie porque constituyen una de las cimas artísticas más absolutas de la historia de la televisión, el cine y cualquier otra forma de arte. Son estremecedores y capaces de poner la piel de gallina a una estatua de mármol. Cuando oigas sonar esa preciosa "Breath Me" de Sia te enfrentas a los que son los mejores 6 minutos y 30 segundos de la television, los más intensos y emotivos jamás grabados.

Que nadie se pierda esta serie, sobre todo aquellos que se interesan por la vida y desean vivirla con la mayor intensidad y claridad posible. Nunca dejen de recomendarla; le harán un favor al mundo.

Porque nunca una serie habló tanto de la vida trantando la muerte tan de cerca.

Recomendable para todos aquellos que no solo busquen series que atrapen al espectador mediante las sorpresas, sino mediante los personajes.

Me quedo con este diálogo de la primera temporada:

-Porque la gente tiene que morir?
-Para que la vida tenga importancia.


Por otro lado, es de agradecer ver que una serie tiene un inicio y un final, sin alargarla sólo porque tiene mucho éxito, y retorciendo las historias y personajes para continuar con la gallina de los huevos de oro. Por otro, cuando acaba la serie, el espectador va a sentir como se arranca parta de el y lo más importante, induce inevitablemente a pensar en nuestra propia muerte. Cinco temporadas con la familia Fisher, riendo y llorando con ellos, sintiendo lo que ellos sienten pero, por encima de todo, limando prejuicios, conociendo y asimilando temas tan tabúes como la muerte, la homosexualidad, los secretos de familia... la vida misma, vamos.


"SIX FEET UNDER da esperanza, fe, ilusión, ganas locas por vivir, con un efecto parecido al de un rayo de luz en la más absoluta oscuridad."




miércoles, 15 de abril de 2009

El crash de 2008 (2)

Del crash de 2008 al crash de 2010.

Por Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica del IQS (Universitat Ramon Llull), y acaba de publicar El crash del 2010. Toda la verdad sobre la crisis (EL PAÍS, 13/04/09):

Cuál es el escenario en el que nos estamos viendo inmersos, cada día con más certidumbre, cada vez con mayor dramatismo? Los datos son inequívocos. Estancamiento, en el mejor de los casos, o decrecimiento del producto interior bruto (PIB); aumento del desempleo, galopante en varias economías, por ejemplo en la española; caída generalizada de la inversión; hundimiento del consumo; oferta de crédito muy inferior a las necesidades que de crédito existen. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué está sucediendo?

En la evolución temporal de los sistemas económicos se dan dos tipos de tensiones. Algunas se pueden solucionar con relativa facilidad, pues para hacerles frente es suficiente con variar uno, o a lo sumo dos, parámetros económicos; otras tensiones del sistema económico, en cambio, suelen tener una evolución demoledora.

Las primeras, las recesiones coyunturales, pueden ser puntualmente intensas, pero, cuando menos, tienen la virtud de ser relativamente breves; las segundas, por el contrario, son intensas, prolongadas, dramáticas. A lo largo de la historia, el número de esta segunda clase de tensiones es escaso, pero su duración puede dilatarse largamente en el tiempo. Son las crisis sistémicas.

Las crisis sistémicas se caracterizan porque al estallar afectan al propio funcionamiento del sistema y a fin de salir de ellas es preciso sustituir o modificar en profundidad algunos elementos constitutivos del mismo, de forma que se introduzca en él una nueva forma de operar. La crisis de 1929, que condujo a la Gran Depresión, fue de estas características. La crisis ante la que ahora nos hallamos también lo es.

El crash de 1929 se produjo porque el modo de funcionamiento del sistema se agotó: el incremento tan elevado de la productividad habido a partir de 1923 dio lugar a una oferta que no pudo ser absorbida por la demanda, porque ésta era limitada e insuficiente; los instrumentos que se aplicaron, tratando de revertir la situación, no funcionaron debido precisamente a que eran hijos de la situación que pretendían arreglar y, en consecuencia, estaban viciados por ella. La verdadera solución de esa crisis no llegó en realidad hasta 1950, cuando se dotó al sistema de una nueva forma de funcionar.

Actualmente está sucediendo algo muy semejante. El impulso creado por los cambios introducidos en el sistema a partir de 1950 quedó agotado en 1973, que es el momento en el cual se hizo patente que el precio de las commodities, en especial el precio del petróleo, no iba a continuar siendo tan bajo como hasta entonces. Como reacción, se introdujeron cambios que permitieron mejorar la productividad, pero el resultado de ese incremento fue la desvinculación del crecimiento económico de la creación de empleo, y esta circunstancia acabó incidiendo en el equilibrio entre la oferta y la demanda, en un entorno de creciente inestabilidad monetaria. La solución a este problema no resuelto llegó en 1991 y quedó reforzada en 2002.

Fue ingeniosa y simple: los problemas se resolvieron con un aumento exponencial del volumen de crédito concedido a familias y empresas; y el resultado fue brillante: la inversión aumentó, a la vez que lo hacía el consumo, mientras que el desempleo provocado por la oleada de deslocalizaciones fue en parte enjugado por un sector servicios en constante progresión.

Entre el año 2003 y mediados de 2007, con unos tipos de interés excepcionalmente reducidos, y con una, en la práctica, total liberalización en el tránsito de capitales, el PIB comenzó a crecer empujado por la inversión y por el consumo, a la vez que la deuda privada se disparaba en todas las economías, aunque en unas más que en otras. El desenlace es conocido.

Hoy hemos alcanzado un momento en el que este modo de operar se ha agotado. Y no es que se haya agotado desde una perspectiva sólo financiera, sino que lo ha hecho en un nivel puramente físico: el grado de endeudamiento de las personas y de las empresas ya no puede crecer más. Sin ir más lejos, en el caso de España, el endeudamiento familiar y empresarial supera en dos veces el valor añadido que la economía española genera en un año. Y en el caso de Estados Unidos, el endeudamiento es mayor que el valor de la producción estadounidense correspondiente a bastante más de tres años. No es posible que todo ese volumen de deuda continúe creciendo. Pero a la vez, no es posible que se continúen despilfarrando recursos tal como se han estado despilfarrando hasta ahora. Y no es posible, no sólo desde el punto de vista de la ecología, sino por mera eficiencia del propio sistema.

El actual modo de funcionamiento del sistema productivo, desde su mismo origen, fue altamente despilfarrador. Partía de una base errónea, ya que suponía que la cantidad de recursos de los que podía disponer era ilimitada. De todos los recursos, desde el petróleo hasta el uranio, desde el cobre hasta el agua. Por consiguiente, el modo de producción puesto en funcionamiento por nuestro sistema no se paraba a pensar en la eficiencia en el uso de tales recursos. En todo caso, la preocupación era, tan solo, cómo obtener los recursos precisos al más bajo precio posible. Y debido a que durante muchos años el precio de las commodities fue muy reducido, la eficiencia en el uso de los recursos continuó brillando por su ausencia.

La crisis de 1973 concienció a las fuerzas productivas de que la productividad tenía que mejorarse porque el precio de los recursos comenzó a aumentar, pero las fuerzas productivas continuaron actuando como si la cantidad disponible de recursos fuera infinita, lo que no es cierto. No lo era entonces ni lo es ahora. Hoy se sabe que el número de años durante los que podremos disponer de petróleo o de uranio a un precio asumible es muy limitado, y que el agua potable es cada vez más escasa, y que el cobre fácil de obtener no es infinito.

El cambio sistémico que traerá la crisis que estamos comenzando a padecer y que se pondrá de manifiesto de forma especialmente dramática a mediados de 2010 nos hará desembocar en una situación en la que, tarde o temprano, el propio sistema comprenderá que los remedios que se han ido estableciendo desde el año 2007 no sirven de nada.

Y cuando por fin llegue ese momento, la salida de la gravísima y terrible situación a la que el mundo se enfrenta tendrá que consistir en la toma de conciencia de algo que deberíamos haber comprendido hace tiempo. A saber: que la eficiencia en el uso de los recursos debe regir de forma prioritaria la toma de decisiones, y que es a través de la mejora continuada de la productividad como se pueden conseguir los cambios necesarios para ver la salida de la crisis.

Dicho así no suena mal: hay que acabar con el despilfarro, tenemos que ser más ecológicos, debemos utilizar los recursos de forma muy productiva. No suena mal, pero todos, Gobiernos, empresas y ciudadanos, debemos comprender y aceptar que para funcionar de ese modo tenemos que aplicar cambios drásticos y profundos, que afectarán muy notablemente a nuestro modo de vida. Y son unos cambios que tendrán que ser, además, permanentes. Introducir esos cambios, teniendo en cuenta que son de gran calibre, no es sencillo para nadie. Ni sencillo ni agradable, sobre todo al principio.

miércoles, 15 de octubre de 2008

El crash de 2008 (1)

El crash de 2008

En reciente informe del Banco de España medios de pago señala que no más del 3% de las operaciones financieras en nuestro país se abonan en efectivo. La entidad coloca la domiciliación de recibos a la cabeza (46%), seguida por las tarjetas de débito y de crédito (31%), las transferencias (16%) y los cheques (4%), con la salvedad de que en términos de importe, las transferencias destacan con un 76% del total. No obstante, y a pesar de estos datos, la respuesta a la pregunta de si se puede vivir sin tener relación alguna con el banco, no conlleva dudas: Sí, se puede. Nadie puede obligar a un ciudadano a pagar un recibo domiciliándolo en su cuenta, o a cobrar su nómina de la misma manera. En todo caso, lo correcto para reflexionar sobre la “bancarización” de nuestra vida sería preguntar: ¿Se quiere vivir sin dinero en el banco?

Cuándo leemos las noticias sobre las ayudas que van a recibir los bancos, la mayoria de nostros nos llevamos las manos a la cabeza pensando en por qué se lo dan a ellos y no a los ciudadanos. Desgraciadamente, los bancos son necesarios en el mundo en el que vivimos, tanto para el desarrollo del comercio como para el buen funcionamiento de las empresas y consumidores.

Como vemos, estamos ante un mal necesario y aunque escuezan ciertas medidas me temo que algo hay que hacer para que no se hunda el barco en el que estamos, pero veamos que otras medidas puede tener el estado en una crisis como esta, para ello no hay más que retroceder a la anterior crisis, la que sucedio a los atentados contra Las Torres Gemelas.

El 11 de Septiembre de 2001 aceleró la tendencia bajista de los tipos de interés y, al igual que ha pasado hace poco con la quiebra de Lehman Brothers, convenció a las autoridades de la magnitud de la crisis y la necesidad de medidas extraordinarias. Ello provocó no sólo una brusca bajada de los tipos de interés, también un mantenimiento excesivo en el tiempo de una medida que debería haber sido excepcional y temporal. El efecto positivo de estos tipos bajos fue que el dinero fluyó mucho más y se reactivó la economía: más consumo y más gasto y para las haciendas públicas (encantadas con ello) menor pago de intereses. El negativo tuvo dos vertientes: el aumento disparatado de precios de muchos activos (desde las acciones al crudo pasando por la vivienda o el arroz) y la necesidad de muchos bancos de utilizar la ingeniera financiera para aumentar los beneficios -ya que los tipos bajos reducían los diferenciales- y aumentar los volúmenes de sus operaciones especulativas.

Las consecuencias ya las conocemos (resumiendo mucho): muchos particulares, muchas empresas y muchos bancos (y muchos estados, recordemos el enorme déficit norteamericano) se han endeudado en exceso y por efecto de la globalización han contagiado sus problemas a todos.

Esta crisis del crédito ha llevado al extremo contrario: nadie quiere prestar dinero a nadie y da igual si los tipos son altos o bajos. Ese es el gran tema a debate: ¿Cómo salir de la crisis sin financiación de los proyectos, sin un capital para construir una urbanización o una empresa o para contratar a más gente? Si la banca privada se resiste a ello, sólo hay una opción: que el propio estado haga llegar la liquidez a la sociedad.

Es admirable el valor de los USA, y más con sus cifras macro, jugándosela a arreglar esta situación comprometiendo los ingresos de sus ciudadanos durante años pero salvando a determinados bancos, ¿conseguirán que éstos vuelvan a conceder créditos, que los ciudadanos se atrevan a hipotecarse durante decenios, que las empresas apuesten por una reactivación del consumo y creen empleo? Yo dudo mucho que esta sea la manera de hacer llegar dinero a la sociedad.

Muchos analistas hablan de esta crisis ya en pasado pero yo no creo la confianza haya vuelto ni vaya a volver en mucho tiempo con lo que es la pescadilla que se muerde la cola: no se invierte por miedo a las pérdidas y sin inversiones las pérdidas son irremediables. Y para los estados eso supone menos ingresos por IVA y por impuestos indirectos y más gastos de cobertura social… Creo es imprescindible se haga llegar liquidez a la sociedad y sólo se me ocurre un modo: reduciendo drásticamente los impuestos y por lo tanto asumiendo el Reino de España -hasta que le sea devuelto vía más actividad económica- la tarea de endeudarse por sus ciudadanos. Si el dinero se destina a que los hogares dispongamos de más efectivo consumiremos más y/o reduciremos nuestras deudas pero si, siguiendo el ejemplo USA, se destina a comprar los “pufos” de los bancos y cajas de ahorro, sólo se conseguirá que unos pocos “salven el culo”.

Contrariamente a lo que muchos creen los estados -y sus gobiernos- son los primeros beneficiados de los tipos de interés bajos. No hay mayor deudor en el mundo que los USA y desde luego el mayor de España es el Reino de España. De ahí lo estéril de la polémica política PP-PSOE sobre el superávit o no presupuestario ya que debiendo el dinero que debemos, ¿Qué importa que un año las cuentas sean positivas? Si me permitís una expresión muy castiza: ese es el chocolate del loro. Aquí están los datos:

La deuda emitida por el estado español sumaba 303.618 millones de euros el 31 de marzo de este año a la que hay que sumar la de las comunidades autónomas, ayuntamientos, la de RENFE o RTVE (que es deuda respaldada por el estado) etc. A grosso modo podemos decir que cada español debe unos 8.000 euros y que paga unos intereses al año, suponiendo un 5% de tipo medio de esa deuda, de unos 400 euros.

Un euribor a 12 meses más bajo es, pues, algo muy beneficioso para los estados que casi todas las semanas emiten nueva deuda pública.



lunes, 17 de diciembre de 2007

PERIODICOS GRATUITOS O ARMAS DE DESINFORMACIÓN MASIVA

PERIODICOS GRATUITOS O ARMAS DE DESINFORMACIÓN MASIVA

Cada mañana, al salir de casa y coger el metro nos encontramos con los repartidores de prensa gratuita y es difícil que al terminar nuestro itinerario cotidiano no llevemos en las manos tres o cuatro ejemplares con distinta cabecera, ejemplares salidos de los árboles y que terminan irremediable y rápidamente en las papeleras. Es un fenómeno que comenzó hace unos veinticinco años con aquellos periódicos dedicados a anuncios de compra-venta y que hoy han extendido su ámbito al mundo de la información. En principio, y a simple vista, uno no tiene nada contra ese tipo de publicaciones, pero cuando escarbas un poco a uno le surgen ciertas dudas


El consumo y el precio del papel, que como todos sabemos es un producto que sale de la corta de árboles, se ha disparado desde que los periódicos gratuitos se han hecho dueños de las esquinas; pero no sólo eso, dada la pobreza de sus contenidos, su lectura es muy rápida y el receptor en cuanto puede se deshace de ellos contribuyendo muchas veces a alfombrar calles y plazas, por no hablar de la nueva alfombra del Metro de Madrid.


No se reduce todo a esa importante cuestión. Para montar un periódico, además del papel, hace falta otra cosa: dinero, pero resulta que todo el mundo no lo tiene, luego sólo pueden montar periódicos personas o grupos de personas –empresas- que sí lo tienen. Tanto la prensa tradicional como la "gratuita" necesitan de una infraestructura –mucho menor en ésta última- y tienen unos objetivos claros, ideológicos y, por supuesto, económicos. La aparición de la prensa llamada "gratuita" ha causado un gran daño a la tradicional, cosa que puede alegrar a muchos pero que a la larga va a ser muy perjudicial para todos. El precio que se paga por un periódico, un euro ( de lo poco que no ha subido en este país ) apenas cubre los gastos de edición, la mayoría de los diarios tradicionales obtienen ingresos complementarios vía publicidad. Presumo que la "explosión de la prensa gratuita -que sólo vive de los anuncios y del abaratamiento de costes: redactores, opinión, corresponsales, distribución, instalaciones, etc.-, habrá supuesto una drástica reducción de las tarifas publicitarias, por tanto de los ingresos de los periódicos tradicionales que, por otra parte, tienen unos gastos muchísimo mayores porque sus plantillas son más grandes, sus condiciones laborales mejores en todos los aspectos y necesitan, para informar y crear opinión, de personas con mayor nivel de formación y especialización.


De este modo, el periodismo serio, caro de hacer y con una mayor exigencia cultural, vendría a ser una expresión del pasado industrial. Es evidente que mantener una redacción como la del EL PAÍS, con 1.200 redactores y casi 30 corresponsalías bien dotadas de medios y de personal cualificado a lo largo y ancho del mundo, requiere un considerable desembolso económico. Por otra parte, las fuentes de información se han ido haciendo más plurales, sobre todo desde la masiva implantación de internet.


La embestida de la gratuita puede colocar a la prensa de siempre en una situación apurada, de momento al menos le han planteado un reto de enorme envergadura. A uno le gustaría que el abanico ideológico que cubren los diversos diarios fuese bastante más amplio, no lo es, pero este nuevo tipo de prensa no ha contribuido lo más mínimo a esa diversidad, todo lo contrario, todo se da muy simplificado y sintético, por no hablar de que noticias de importante embergadura quedan eclipasadas por otras populistas o demagogicas o en el mejor de los casos, sensacionalistas . Sí la gratuita logra poner en aprietos a los periódicos tal como los hemos conocido hasta ahora, estos se verán obligados a imitarles, rebajando enormemente la calidad de su información y de su opinión; es decir, nos encontraremos con una prensa uniforme en la que trabaje, no sé en qué condiciones, mucha menos gente, leeremos noticias de agencia escuetas y repetidas y los diarios perderán la misión formativa y orientativa que hasta ahora han tenido dentro de la línea editorial de cada uno pese a sus actuales carencias al no abarcar todo el espectro político, ni cultural, ni econimomico ni de opinion, vacío que muchos salvamos gracias a los periódicos digitales.


Bajaremos, en consecuencia, un escalón más, especialmente significativo, en la desenfrenada carrera hacia la desalfabetización y la desinformación auspiciada por intereses de esferas cultural y socialmente elitistas ya que estos periodicos unicamente van dirigidos hacia lectores de un nivel cultural ya de por si bajo y que pretende crear un tipo de ciudadano amorfo, acrítico, sumiso, resignado y conformista que trague ruedas de molino como quien come aceitunas.


Nada es gratis, todo tiene un precio, aunque no todo tiene un valor.

EL CATALANISMO Y EL ESPAÑOLISMO


EL CATALANISMO Y EL ESPAÑOLISMO



La más torpe actitud de los españoles es querer resolver el problema de Cataluña reputándolo de artificial. No conozco manera más estúpida, de minimizar un problema como hay quienes sostienen, que ni Cataluña tiene lengua propia, ni tiene costumbres propias, ni tiene historia propia, ni tiene nada. Si esto fuera así, naturalmente, no habría problema de Cataluña y no tendríamos que molestarnos ni en estudiarlo ni en resolverlo; pero no es eso lo que ocurre. Cataluña existe con toda su individualidad, y muchas regiones de España existen con su individualidad, y si queremos conocer cómo es España, y si queremos dar una estructura a España, tenemos que arrancar de lo que España en realidad ofrece; y precisamente el negarlo, además de la torpeza que antes os decía, envuelve la de plantear el problema en el terreno más desfavorable para quienes pretenden defender la unidad de España, porque si nos obstinamos en negar que Cataluña y otras regiones tienen características propias, es porque tácitamente reconocemos que en esas características se justifica la nacionalidad, y entonces tenemos el pleito perdido si se demuestra, como es evidentemente demostrable, que muchos pueblos de España tienen esas características.


Yo soy de esas pocas personas de los que creen que la justificación de España está en una cosa distinta: que España no se justifica por tener una lengua, ni por ser una raza, ni costumbres, sino que España se justifica por una motivacion durante años para unir lenguas, para unir razas, para unir pueblos y para unir costumbres; que España es mucho más que una raza y es mucho más que una lengua.

Duran i Lleida, quizás el politico más brillante de nuestro país dijo:
"Sería malo que los españoles no asumiesen como un problema propio la desafección que existe en Cataluña hacia España. Pero también sería malo que en Cataluña no se asumiese como un problema propio la desafección que existe desde España".

Creo que ha habido y hay una ignorancia mutua y sin duda a mi juicio se tiene la percepción desenfocada de Cataluña, y de ello hay una responsabilidad importante de los partidos políticos. PP y PSOE han utilizado mutuamente la participación de CiU en el apoyo a los gobiernos de Madrid como isntrumento de desgaste del adversario, presentándo no como gente a la que sólo nos importa pedir insaciablemente, y mostrando como punto de nuestra diferencia reivindicación de "la pela" cuando eso no es así y nuestro nacionalismo es profundamente cultural y esa es su razón de ser.

Me siento catalán, muy consciente de que una de las vocaciones de Cataluña es la española, de que formamos parte de España y me gustaría que un día pudiera toda España sentir y aceptar el ser catalán como un patrimonio de todos.

Catalunya necesita un gobierno que le ayude a recuperar el prestigio perdido en estos últimos años. Eso no lo garantiza el tripartito, compuesto por el PSC, miembro del partido socialista obrero español, partido español que el que se ha negado a colocar la bandera de España en Vilafranca, no un partido nacionalista ni catalán.

Catalunya necesita recuperar sus relaciones con el conjunto español. El tripartito ha dejado demasiadas heridas abiertas y eso no es bueno ni para Catalunya ni para España

¿Y de que se preocupan los politicos catalanes?
En lugar de fomentar con empeño la calidad, la excelencia, la educación, la investigación, la competitividad, en lugar de construir infraestructuras y enfrentarse a quien se opone a su construcción; en lugar de satisfacer las necesidades e intereses de un ciudadano que con frecuencia se ve obligado a moverse al margen de las prioridades oficiales; en lugar de eso, se pierde el tiempo elucubrando sobre la nación y la identidad catalanas, reivindicando unos derechos históricos o encajando en España una Cataluña que ya está encajada desde hace siglos, obligando al etiquetado y rotulado en catalán, arrinconando el bilingüismo real de la población, lo cual "cabrea" a los españoles y arrincona a los catalanes y volvemos otra vez a la pescadilla que se muerde la cola. En definitiva, la irresponsabilidad de unos políticos que han conducido a Cataluña al atascadero en el que hoy se encuentra

Y de ahi a la práctica de la pedagogía del odio, materia en la que el nacionalismo extremo ( como el de ERC que al final es que acaba en los medios de comunicancion y en boca de todos en lugar de la moderacion de la mayoria de los catalanes ) y el españolismo (sobre todo del PP) siempre ha destacado, se multiplica con campañas anticatalanas como la de boicotear el cava catalán.

No hace mucho, el diario El Mundo, publicaba una relación de los comercios regentados por empresarios catalanes en Madrid. Como consecuencia de eso, muchas tiendas han visto pintadas sus puertas y paredes exteriores con frases alusivas a la identidad catalana de sus propietarios conminando a la gente a no entrar en ellos. Por otro lado, los catalanes residentes en Madrid aconsejan a sus compatriotas que van de paso que no hablen en catalán en público y una mujer fue expulsada recientemente del interior de un taxi en esa ciudad por el simple hecho de ser catalana y contestar a su telefono movil en catalán.

Hay generaciones en Catalunya educadas en el odio a España y viceversa y son este tipo de mensajes los que alimentan un odio anticatalanista y viceversa, una bomba de relojería que existe y que se retroalimenta y que alguien está deseando que estalle.

Antes de que acabemos en una espiral de odio HOY es dia de cambiar estos mensajes.

El error de España siempre ha sido pensar que los catalanes y vascos (entre otros) deben renunciar a sus naciones para poder ser españoles.

Cataluña es una gran tierra, que da prestigio a España, de grandes hombres y mujeres y la mayoria de los españoles quiere como una parte suya igual que muchos catalanes quieren a España, una de estas personas esta en copia de este mismo mail. Es por ello que nos duela cuando notamos que se hacen cosas como este correo para distanciarnos.



Luis de Merlo

lunes, 28 de mayo de 2007

Perdidos cierra temporada



'Perdidos' cierra la tercera entrega en EEUU con elogios unánimes de la crítica

Perdidos es un poema narrativo extenso, de elevado estilo, acción grande y pública, personajes heroicos o de suma importancia, y en el cual interviene lo sobrenatural o maravilloso (exactamente como define epopeya el diccionario de la RAEI) es Perdidos, serie de culto en Estados Unidos que cerró la semana pasada cierra su tercera temporada en la norteamericana ABC y, gracias a las grietas que en el negocio audiovisual abre internet, también en España. Para los que no estén en la red, TVE ha anunciado que en las próximas semana emitirá esta tercera entrega.

Lo han conseguido. Hoy por hoy, Perdidos es la mejor serie de la televisión aun superior a las secuelas que ha dejado, brillantes series que siguen su escuela como “Heroes” o “Prision Break” Si la 3ª temporada ya era apuntaba mejor que la segunda, con el doble capítulo final han conseguido que no haya nada que se les acerque al nivel de la serie. Por fin hemos conseguido olvidar la nefasta historia introductoria de los Otros, con Ana Lucía como personaje estrella estrellado y se nos ha presentado una temporada brutal, empastada, en la que se nos han respondido a muchas de las incógnitas planteadas en temporadas anteriores y en la que, cómo no, han surgido nuevas cuestiones.

Perdidos pasó por las teles españolas (sufrió primero el maltrato horario de TVE-1 y cayó después en el atomizado mundo de las cadenas digitales) no ha ayudado a saborear una de las series más inteligentes de la historia. Perdidos es una trama tras otra, no se ha resuelto un misterio y aparecen dos más. A esta alturas, la serie es ya un cubo de Rubik de 100 caras; de ahí que la tele que osó producir la serie (el episodio piloto costó 11 millones de dólares) ha anunciado ya que a Perdidos le quedan tres temporadas más. Terminará en el año 2010.

Hoy cuesta encontrar en los hirvientes foros de todo el mundo a algún seguidor desencantado con el final de la tercera temporada de la serie, un vibrante especial de dos horas emitido el miércoles que, ensalzado a los olimpos de la TV por los críticos, revalorizó la serie como uno de los fenómenos televisivos recientes más dignos de mantener el culto que generan. Sin desvelar aspectos concretos de la trama, se puede decir que tras dos horas de dejar sin aliento al espectador la serie se encumbro con un final de cinco minutos que consiguió levantar al seguidor de su sillón para dejarlo sin palabras. Y el ansia se ha desatado ya, siete meses antes de que comience la cuarta temporada, antepenúltima según los planes ya anunciados de cerrar para siempre Perdidos en tres años.


La admiración por los últimos e inesperados giros de la trama latía ayer en la prensa y en la caber-comunidad de los hosties (los seguidores según su título original, Lost). Y tal entusiasmo hace sombra a la audiencia. En cualquier otro caso, esta podría ser demoledora, pero su efecto se minimiza en Lost por varias particularidades, incluyendo el creciente número de personas de todo el mundo que se descargan la serie en internet, y las que esperan a la edición de las temporadas en DVD.

Hace poco se calculaba que casi 50 millones de personas siguen la serie en todo el mundo a traves de Internet, al dia siguiente de su capitulo en EEUU la serie aparece subtitulada por fans en mas de 20 idiomas y es descargada en España por casi un millon de fervientes seguidores que esperan pacientemente todos los jueves delante de sus pogramas P2P.


Para Entertainment weekly, Perdidos reveló "nuevas dimensiones de su mundo creativo y mayores ambiciones en su exploración de la redención y la condena".

Y según Associated Press, el final merece alabanzas. "Esta temporada a menudo avanzaba lentamente y parecía no tener un foco, pero el poderoso episodio redime la serie con los reveses y la intriga que la hicieron tan adictiva en primer lugar".

Este éxito no sólo es una interpretación de especialistas. También se leía en comentarios en la red: "Este final demostró por qué Perdidos es superior y con mucho a cualquier programa, punto", escribía ayer sus “hosties”

Más singular aún resulta el caso de las novelas que lee en las playas de la isla uno de los protagonistas con más gancho, Sawyer. Solo con el botón pause es posible capturar la imagen de la portada de los libros, y son legión los que lo han hecho. Ello ha dado pie a curiosos casos de inesperado merchandising. Así ocurrió cuando se le vio leer El tercer policía, de Flann O´Brien. En los siguientes días a la emisión del capítulo se vendieron 10.000 ejemplares del libro en EEUU, solo por si ahí estaba la respuesta del gran sudoku de Perdidos. No estaba. Pero los seguidores saben desde el miércoles pasado que el final esta cerca y casi mas de lo que parece.

El España la web de LostZilla se colapsó totalmente a partir del Jueves y sus responsable tuvieron que advertir que por fin el Domingo la pagina “volvia a la normalidad”

Perdidos es ya, hoy por hoy, lo mejor de la televisión actual pero el miércoles consiguió aparecer en tantas y tantas paginas del ciber espacio como “La mejor serie de TV de la Historia”

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